lunes, 15 de junio de 2015

14 de junio: Corinto-Epidauro-Mycenas. El día sin aliento

La mañana del tercer día ha resultado un poco movida. Por diversas "travesuras" salimos del hotel con más de media de retraso sobre el tiempo previsto.Hubo regañinas, castigos, caras largas y medidas restrictivas durante todo el día. Al llegar a Corinto, un paseo rápido por el inmenso canal cuya historia magníficamente nos describió Spirous, nuestro guía en este viaje, y a la carrera hacia el autocar para intentar recuperar el tiempo perdido.

La siguiente parada fue el teatro de Epidauro. 

Al llegar al recinto, descubrimos que, al meter de manera escalonada -muy escalonada- las maletas en el autobús, alguien había robado la de una de las profesoras, con tan mala suerte que dentro estaba la documentación original de su grupo de alumnos. Media hora más buscando la maleta por el autocar, llamadas al hotel, a la embajada, a la agencia de viajes... 

Viendo que hasta el lunes ya no podíamos hacer más y la situación no era problemática (tenemos copia de toda la documentación y cartas de grupo del centro con los nombres de todos los alumnos y alumnas), decidimos continuar la visita y disfrutar del teatro, cuyo diseño, acústica y magnífica conservación nos permitieron olvidar por unos momentos el susto. Cuando quisimos llegar al recinto, se nos habían adelantado cientos de turistas de crucero y, por una vez, había gente gritando más nosotros!!!


Tanto nuestro guía como Juan, el conductor, se prestaron a dejarnos tiempo libre para comer en Nauplia, un pueblecito turístico y marinero cuajado de callecitas convertidas en jardines y pequeñas tiendecitas con vestidos, artesanía y colores deliciosos. Retomamos fuerzas y nos hidratamos, pues el calor y las pocas horas de sueño iban haciendo estragos entre los jóvenes viajeros.

Antes de entrar en Mycenas visitamos el Tesoro de Atreo, una impresionante tumba abovedada en la cual escucharon historias sorprendentes y disfrutaron con la extraña acústica del lugar.

Finalmente, la cuidad de Mycenas nos recibió con su Puerta de los leones, una suave brisa y unas ruinas impresionantes. Las vistas fueron mejores, y sólo las cuestas que tuvimos que subir pusieron a prueba por última vez en el día la resistencia de los atrevidos estudiantes. 
El camino hacia Olimpia sirvió para descansar, el hotelito donde nos alojamos es muy acogedor y la pequeña piscina hizo las delicias de todos los viajeros. La cena fue agradable, dimos un paseo por la localidad y nos acostamos. El comportamiento de los chicos y chicas, esta vez, fue bueno y todos pudimos descansar un poco más.

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